USO DESCONTROLADO DE LOS VIDEOJUEGOS EN NIÑOS Y ADOLESCENTES: LA REGULACIÓN COMO ELEMENTO DE PREVENCIÓN
Actualmente, la realidad nos sorprende con el uso extendido de los videojuegos entre niños y adolescentes como una de las principales vías de entretenimiento. Los videojuegos pueden ser una estupenda herramienta para desarrollar habilidades y para que se diviertan siempre y cuando haya un uso responsable. Sin embargo, cada vez es más frecuente en consulta psicológica la demanda de ayuda por el uso descontrolado de los videojuegos que está provocando numerosas consecuencias negativas en la vida familiar, social y académica de niños y adolescentes. ¿Cómo podemos saber si nuestro hijo está llevando a cabo un uso excesivo o descontrolado de los videojuegos?
- No puede controlar la frecuencia y el tiempo que pasa jugando. Los “cinco minutos más” se convierten en horas.
- Prioriza jugar a los videojuegos sobre cualquier otra actividad. Actividades que antes hacia y le gustaban adquieren un papel secundario o incluso ya no disfruta haciéndolas como antes. La vida sin videojuegos es aburrida.
- No abandona el juego a pesar de las consecuencias negativas. Continúa jugando a pesar del enfado y del castigo procedente de los padres, de los suspensos por no haber estudiado y de la pérdida de amigos por no salir a jugar con ellos.
- Aparecen reacciones agresivas ante la imposibilidad de jugar.
Además, hoy en día los videojuegos han pasado a formar parte del día a día de nuestros hijos, no sólo como entretenimiento sino como una forma de relación y comunicación. Si nos acercamos a cualquier patio de colegio, la conversación entre los niños y niñas (aunque existe mayor prevalencia de juegos entre el género masculino) se centra en la partida o partidas del día anterior, e incluso sus mochilas o complementos escolares serán del juego estrella de ese momento. De este modo, la mayoría de los padres se encuentran en una encrucijada: no puedo alejar a mi hijo de los videojuegos porque está rodeado de estímulos que lo invitan a jugar y que lo mantienen dentro de su entorno social. En este punto, cabe destacar que el uso de videojuegos no siempre conduce a un uso problemático por lo que el objetivo no es eliminar o prohibir el uso de videojuegos entre niños y adolescentes sino prevenir ese uso problemático a través de la regulación. Para ello, existen una serie de recomendaciones relacionadas, sobre todo, con la intervención parental:
- No regalar videoconsolas a edades tempranas y colocarlas en espacios comunes. Es aconsejable que las nuevas tecnologías sean propiedad de la casa o de los padres y que estas sean una concesión que tienen que devolver.
- Establecer límites para las horas de juego proporcional a la edad del niño. La Asociación Pediátrica Americana recomienda que los niños de entre tres y doce años jueguen una como mucho dos horas a la semana, sobre todo durante los fines de semana.
- Fomentar el autocontrol del niño sobre la finalización del juego. Es decir, el niño debe dejar solo la videoconsola cuando llegue el tiempo límite establecido por la familia. Para ello, se pueden establecer objetivos como número de partidas o estímulos facilitadores como un temporizador. Además, es conveniente establecer una consecuencia previa si finalmente no cumple él solo con el horario establecido.
- Buscar juegos prosociales y adaptados a su edad, así como limitar el tiempo de juegos violentos. A pesar de que la mayoría de los juegos con mayor impacto en la actualidad son violentos, estos no están recomendados para edades infantiles o incluso adolescentes. Es necesario conocer la temática y objetivos de los videojuegos que nuestros hijos nos demandan, así como ayudarles a encontrar alternativas adaptadas a su edad.
Además, y como recomendación final, es adecuado fomentar la comunicación familiar. En muchas ocasiones el uso problemático de los videojuegos está asociado a malestar emocional o dificultades sociales por lo que los videojuegos se convierten en una herramienta de evasión más que de diversión o entretenimiento. En esos momentos, sobre todo durante la infancia, los padres son referentes y fuente de información. Busquemos un momento al día en el que los ayudemos a relajarse y expresar sus emociones alejados de las pantallas.