Mindfulness en niños: atención, concentración y gestión emocional
¿Qué es el Mindfulness?
El Mindfulness es la aptitud de la mente para prestar atención a lo que hay, aquí y ahora, de una forma consciente y amable. En este sentido, los niños tienen de forma natural esta aptitud por su predisposición a la curiosidad y a la despreocupación que les permite vivir intensamente el momento presente. Sin embargo, los niños y niñas también tienen una vida interior profunda y experimentan estados de ánimo dolorosos. Además, en la actualidad, los peques de la casa viven el mismo ritmo frenético que los adultos, con días llenos de actividades escolares, deportivas o artísticas, y al igual que los adultos pueden estar demasiado estresados, dispersos o incluso angustiados. En estos casos, la práctica de mindfulness es una herramienta que puede ayudar a los niños y niñas a enfrentarse a todo esto.
Empecemos con la práctica, pero ¿cómo?
El mindfulness representa la base de numerosos enfoques meditativos. Aunque se crea que la meditación es un proceso demasiado difícil o intelectual, existen prácticas meditativas para centrar la atención en el cuerpo, y las niñas y niños comprenden perfectamente el lenguaje corporal. Además, existen programas como “Tranquilos y atentos como una rana” creado por Eline Snel en el que se incluyen meditaciones para niños, pero con los padres. Así nosotros también podemos ser padres “mindful” que abandonan por un momento el piloto automático y vivimos el presente de forma abierta, reposada y sin juicio, cogidos a esa pequeña mano que nos acompaña en el camino.
Para comenzar, solo necesitáis un lugar tranquilo y dónde no os molesten. Es necesario que los demás miembros de la familia sepan que estáis practicando, y que es vuestro espacio del día para poner el botón de pausa. Y listo. Ya solo necesitáis comenzar a entrenar vuestro músculo de la atención.
Uno de los ejercicios básicos y más utilizados para empezar es prestar atención a la respiración. Al dirigir la atención a la respiración mientras están respirando, los niños están presentes en el momento, en el ahora. La respiración es algo que no los abandona, no pueden olvidarla. Está siempre con ellos. Además, al observar el movimiento de la respiración, los niños se vuelven más conscientes de su mundo interior, y prestar atención a un único estímulo, es el principio de la concentración. Con la práctica regular de este ejercicio, los niños y niñas aprenden a:
- Mejorar su concentración, lo que mejora su memoria.
- Reaccionar menos impulsivamente, ya que aprenden a orientar su atención hacia la respiración y calmarse durante las “tormentas”.
- Influir en su mundo interior, sin tener que negar o reprimir nada.
Aunque la atención plena es la base de estas prácticas, el mindfulness no solo ayuda a los niños y niñas a mejorar la atención y concentración, también los ayuda a aprender a gestionar sus emociones y desarrollar la empatía. En definitiva, los ayuda a adquirir capacidades para estar presentes en el mundo. De este modo, y aprovechando la época estival, comenzar a experimentar la vida desde la práctica de mindfulness puede ser un perfecto aliado para afrontar la vuelta al cole, pero también para ayudar a nuestros niños y niñas a adquirir una humanidad plena.