El duelo ¿conoces sus fases?

 In Psicología

El duelo es la reacción interna que aparece en aquellas personas que se enfrentan a una perdida. El duelo es la adaptación a una nueva situación vital, que supone reorganizar los esquemas que hasta ahora habían sido los pilares de nuestra vida cotidiana. Por tanto, la pérdida a la que nos enfrentamos puede ser entendida como un terremoto que arrasa nuestra vida, y el duelo será el proceso que habremos de llevar a cabo para reorganizar todo lo que el terremoto a movido, destruido o modificado. El duelo nos enseña que nada volverá a ser igual, pero que nuestra vida continua y tenemos que aprender a vivir con esa nueva realidad, a pesar de que no nos guste.

Cuando hablamos de pérdida solemos imaginar aquella que atravesamos tras la muerte de un ser querido, sin duda, puede ser una de las pérdidas más dolorosas, pero no es la única que nos llevará a procesos de duelo. La ruptura de una relación afectiva, el nacimiento de un hijo con una discapacidad no conocida hasta el nacimiento, la pérdida repentina de trabajo, etc. son situaciones que pueden precipitar el duelo. La intensidad del duelo dependerá de la intensidad afectiva o lo inesperada que haya sido la pérdida, entre otros múltiples factores. Por ello, atravesaremos diversos duelos a lo largo de nuestra vida, unos más intensos que otros.

El duelo se acompaña de fuertes sensaciones de tristeza que inundan todas las esferas de la vida de aquel que lo sufre. Esta tristeza puede o no, ir acompañada de patologías como la depresión o el estrés postraumático. Si no aparecen, el duelo no constituye un trastorno y nos hará ir caminado por diferentes etapas, hasta poder llegar a aceptar la situación.

Las fases del duelo son bien conocidas por los especialistas de la salud, ya que el acompañamiento en el duelo puede reducir sus efectos adversos y mitigar el sufrimiento. El tiempo por el que una persona atraviesa el duelo es muy variable, aunque suele estimarse entre dos meses y dos años, pues como hemos comentado cada duelo y persona lo vivirá de una forma única. Sin embargo, todas atravesaremos en mayor o menor medida por las siguientes fases:

Fase de negación

En esta primera fase se produce una negativa de la pérdida ocurrida. Con esta actitud podemos distanciarnos de la realidad, separarnos de esta y poder ir asumiéndola poco a poco. Es frecuente que hablemos en presente de la persona fallecida o recurramos a frases como “no puedo creerlo”, “si hace nada estaba con nosotros aquí” o en rupturas de pareja “es solo una crisis, seguro que en unos días me llamará”, “esta pasando un mal momento y no es consciente de lo que ha hecho”, etc.

Esta fase puede complicarse si pasado un tiempo no somos capaces de avanzar en la siguiente fase del duelo, pudiendo aparecer procesos de duelo patológico. En estos casos será necesario que la persona acepte la realidad, por dura que esta sea y pueda ir caminando hacia la aceptación y la posterior reorganización de su vida.

Fase de racionalización

Tras la negación es necesario que le demos un sentido racional a lo ocurrido. Esta fase permite acercarnos a una aceptación racional, pero no afectiva de la pérdida. Los rituales fúnebres son un claro ejemplo de esta fase, una celebración nos indica que nuestra relación ha finalizado y un ritual le da sentido a lo ocurrido. En personas creyentes se le suele dar un sentido espiritual, o pueden buscarse otro tipo de explicaciones.

Fase de protesta

En esta fase la persona que sufre la pérdida puede comenzar a sentir ira por la persona origen del duelo. En un fallecimiento es frecuente que sintamos rabia por habernos dejado solos, por irse de esa forma. Nos sentiremos abandonados, decepcionados, enfadados…Esta etapa empieza a ser el camino a aceptar lo ocurrido, pero puede ser peligrosa si aparece la culpa. No debemos sentirnos culpables por sentir enfado hacia la persona fallecida o hacia la pareja que nos ha dejado, tras esta etapa vendrán otras que nos acercarán a la finalización del proceso.

Fase de tristeza

La tristeza es la emoción ligada a la pérdida. Nos ponemos tristes cuando perdemos algo valioso, especialmente una relación importante, una situación beneficiosa, etc. Sentir tristeza ante una pérdida es sano y necesario. Debemos darle lugar a la tristeza, a sentirnos apenados, no vemos huir de esa emoción. Tras la rabia y la cólera de la fase anterior, puede aparecer una profunda tristeza, quizá la más potente de todo este proceso, una tristeza que nos va indicando que la situación es irreversible y que nuestra vida ha sufrido un duro golpe que le impedirá que nada vuelve a ser como fue en un pasado.

Fase de miedo

Es frecuente que ante una situación desconocida aparezca miedo ¿qué será de mi vida ahora que ya no esta él/ella? Esta etapa suele ir acompaña de una fuerte incertidumbre que puede ser muy desagradable para la persona. Una forma de que esta etapa sea más llevadera es apoyarnos en otros familiares o amigos que nos den calidez afectiva sobre la que poder volver a sentirnos seguros.

Fase de aceptación

La fase de aceptación se produce cuando además de poder darle un sentido racional a la perdida, nos permitimos expresar las emociones que acompañan a esta, especialmente la tristeza y el miedo. Diremos que hemos aceptado la pérdida cuando podemos decir adiós a la persona querida. Decir adiós desde la tranquilidad y la serenidad emocional. Es necesario tomarse el tiempo necesario, pues no podremos despedirnos racional y afectivamente de algo o alguien sino hemos podido abrir nuestras emociones, sacarlas y expresarlas.

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